La vida cotidiana es un instante
17.12.07
13.12.07
7.12.07
6.12.07
(...) Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.
Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
(Poema 14, PN)
1.12.07
Cundo se ha rajado la ilusión
me emborracho con whisky barato
a ver si me escuece el corazón
Quiero ser tan duro como el hierro
pero me derrito con tu olor.
Quise hacer un cielo en el infierno
a ver si acertaba por error
Ya no queda nada entre tu y yo
ya no queda nada entre los dos
Cada cual que siga su camino,cada cual que baile su canción.
Tú destino dicen ya está escrito,
el mío tengo que escribirlo yo
La diferencia entre ser y estar radica en la capacidad invertebrada del ser humano de ir dejando trocitos suyos esparcidos, desde la memoria, en oasis del pasado, sin por ello, dejar de existir. No importa mucho que con los años uno se convierta en un rompecabezas incompleto o en un liberal extremo del mercado de los sentimientos. Puesto que los vaivenes del tiempo, al sumergir constantemente nuestro rostro en agua salada, nos recuerdan la vacuidad del ser: como unidad metafísica o como un trozo de mantequilla intacta. Nada es más sabroso que pedazos tiernos de carne, salteados con papas y tomate.
Sin embargo, no es fácil. Abordar al tiempo implica en muchos casos desconocer la ruta. Mirar de vez en cuando a la ventana, sin poder ver, a causa de nuestro propio aliento que la empaña. Es como estar conciente en un sueño donde no somos capaces de despertar. Y la pregunta es: ¿en realidad, alguna vez, dejamos de soñar? O nos hacen creer que no soñamos o llegamos a un punto donde ya no es posible replicar. Ya es tarde. Eso me lo dijo una chica y nunca le creí. Hasta ahora. (...)
Sin embargo, no es fácil. Abordar al tiempo implica en muchos casos desconocer la ruta. Mirar de vez en cuando a la ventana, sin poder ver, a causa de nuestro propio aliento que la empaña. Es como estar conciente en un sueño donde no somos capaces de despertar. Y la pregunta es: ¿en realidad, alguna vez, dejamos de soñar? O nos hacen creer que no soñamos o llegamos a un punto donde ya no es posible replicar. Ya es tarde. Eso me lo dijo una chica y nunca le creí. Hasta ahora. (...)
(marcayuq)
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