1.12.07

La diferencia entre ser y estar radica en la capacidad invertebrada del ser humano de ir dejando trocitos suyos esparcidos, desde la memoria, en oasis del pasado, sin por ello, dejar de existir. No importa mucho que con los años uno se convierta en un rompecabezas incompleto o en un liberal extremo del mercado de los sentimientos. Puesto que los vaivenes del tiempo, al sumergir constantemente nuestro rostro en agua salada, nos recuerdan la vacuidad del ser: como unidad metafísica o como un trozo de mantequilla intacta. Nada es más sabroso que pedazos tiernos de carne, salteados con papas y tomate.

Sin embargo, no es fácil. Abordar al tiempo implica en muchos casos desconocer la ruta. Mirar de vez en cuando a la ventana, sin poder ver, a causa de nuestro propio aliento que la empaña. Es como estar conciente en un sueño donde no somos capaces de despertar. Y la pregunta es: ¿en realidad, alguna vez, dejamos de soñar? O nos hacen creer que no soñamos o llegamos a un punto donde ya no es posible replicar. Ya es tarde. Eso me lo dijo una chica y nunca le creí. Hasta ahora. (...)


(marcayuq)

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